martes, 6 de julio de 2010

Subjetivista selección de microcuentos

Minificción, minicuento o microcuento, ficción ultracorta y un sinfín más de nombres para designar este novísimo género literario nacido en México.
A mi preferencia, entre todos ellos, elijo microcuento, quizá por condensar en sí esa idea de la historia minúscula, imperceptible aunque no por ello insignificante.
Si bien algunos críticos y literatos afirman que es imprescindible característica del género la extensión del relato y determinante taxativo ésta para los recursos literarios que se le presten (alusión, anáfora, condensación, etc.), existen microrrelatos que sólo alcanzan a ocupar un ínfimo espacio sobre la carilla de un libro, y otros que desbordan hasta 3 páginas.
No podemos determinar una base estable en cuanto a la extensión al momento de leer o escribir una minificción, lo que sí podemos es husmear los recursos estilísticos usados, como así también el uso (casi estricto) de las ideas de paradoja, ironía y sarcasmo, sumados al supuesto incorpóreo de cada escritor que presupone diversos procesos lógicos ya acaecidos y sobreentendidos por parte de los lectores, tal vez herencia inapelable del automatismo dadaísta y arrastre espontáneo de la jaula en greguería de Ramón Gómez de la Serna.
Desde el siglo XX tenemos precursores del género archiconocidos: J. L. Borges, Eduardo Galeano o hasta el genial Max Aub; pero es recién en el siglo presente cuando el microcuento reaparece compendiado en diversas antologías, ya mostrando relatos individuales, ya formando un conjunto de tramas interrelacionadas entre sí.
Sin haberlo previsto escribo microcuentos. No me interesa si puede llegar o no a clasificárselo dentro de los cánones del cuento tradicional (ni intro, menos nudo, jamás desenlace). Lo que yo, como tantos otros que admiramos la microficción comprendemos es que la estadía que nos permite entre el borde de la poesía y la narración, aunados a la elipsis que nos invita, hacen de este género uno de los más ubérrimos de esta época.
Como reza el manifiesto del microrrelato:
"La tensión, las pulsaciones internas, el ritmo y lo desconocido se albergan en su vientre para asaltar al lector y espolearle su imaginación. Narrado en un lenguaje coloquial o poético, siempre tiene un final de puñalada."

Gabrielle Angoisser
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