miércoles, 25 de agosto de 2010

Soy ahora impersonal... - Stéphane Mallarmé

Correspondencia amistosa entre dos simbolistas netos. Stéphane Mallarmé le escribe a su amigo Cazalis los avances poéticos y vitales que están aconteciéndole. Luego de un 'in pass' creativo, este pilar de la poesía moderna, advierte la transformación que ha tenido lugar sobre su sino, y en tono confesional, observa que, aunque duramente, logra emerger sólo para apropiarse más vehemente de su imagen, hecho que lo ratifica.
Esta carta se convierte en un documento insoslayable, de contundente valor literario, no ya por la implicancia intimista que refiere hacia las estructuras simbolistas manejadas por el autor, sino como comprobante insospechable de los motivos que promueven su obra.


Retrato de Stéphane Mallarmé por Paul Gauguin (1891), aguafuerte.



A Henri Cazalis
14 de mayo de 1867

Vengo de pasar un año espantoso: mi Pensamiento se ha pensado, y ha llegado a una Concepción Pura. Todo lo que, por contragolpe, mi ser ha sufrido, durante esta larga agonía, es inenarrable, pero, felizmente, estoy perfectamente muerto, y la región más impura donde mi Espíritu puede aventurarse es la Eternidad, mi Espíritu, ese solitario habitual de su propia Pureza, que no oscurece ya ni el reflejo del Tiempo.
Desgraciadamente, he llegado a eso por una horrible sensibilidad, y es tiempo de que lo rodee con una indiferencia exterior, que reemplazará para mí la fuerza perdida. Estoy, después de una síntesis suprema, en esa lenta adquisición de la fuerza —incapaz tú lo ves de distraerme. Pero cuanto más lo estaba, hace muchos meses, primero en mi lucha terrible con ese viejo y malvado plumaje, derribado, felizmente, Dios. Pero como esa lucha había ocurrido bajo su ala huesosa, que, por una agonía más vigorosa de lo que hubiera sospechado en él, me había transportado a las Tinieblas, caí, victorioso, perdidamente e infinitamente —hasta que por fin volví a verme un día frente a mi espejo de Venecia, tal como me había olvidado muchos meses antes.
Confieso, por otro lado, pero a ti solo, que tengo todavía necesidad, tan grandes han sido las averías (sic) de mi triunfo, de mirarme en ese espejo para pensar, y que si él no estuviera frente a la mesa donde te escribo esta carta, volvería a la Nada. Es enseñarte que soy ahora impersonal, y ya no el Stéphane que has conocido, —pero una aptitud que tiene al Universo Espiritual para verse y para desarrollarse, a través de lo que fui yo.
Frágil como es mi aparición terrestre, no puedo sufrir sino los desarrollos absolutamente necesarios para que el Universo reencuentre, en ese yo, su identidad. Así acabo, a la hora de la Síntesis, de delimitar la obra que será la imagen de ese desarrollo. Tres poemas en verso, de los que Hérodiade es la Obertura, pero de una pureza que el hombre no ha alcanzado —y no alcanzará quizá jamás, porque podría ser que yo no fuese sino el juguete de una ilusión, y que la máquina humana no sea suficientemente perfecta para arribar a tales resultados. Y cuatro poemas en prosa, sobre la concepción espiritual de la Nada.
Necesito diez años: ¿los tendré? Sufro siempre mucho del pecho, no porque esté atacado, sino porque es de una horrible delicadeza, que mantiene el clima, negro, húmedo y glacial de Besanzon. Quiero dejar esta ciudad por el Mediodía, los Pirineos quizá, en vacaciones, e ir a amortajarme, hasta que mi Obra esté hecha, en un Tarbes cualquiera, si allí encuentro lugar. Eso es necesario, porque moriré de un segundo invierno en Besanzon. 
Desgraciadamente, no tendré el dinero para ir a París, viviendo muy miserablemente, aquí, donde todo es demasiado oneroso, hasta las costillas.


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Alonso, Rodolfo; Cartas sobre la Poesía, de Stéphane Mallarmé. Correspondencia. Selección, traducción, prólogo y notas de Rodolfo Alonso, Ediciones del Copista, Córdoba, 2004.

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