jueves, 19 de abril de 2012

Macedonio Fernández - Presentación fotográfica de los personajes

Presentamos en primer término al personaje sin nombre. Alphabeticus, pobrecito, está hecho todo de letras; los ojos eran las únicas ces que no se repiten en el abecedario; la nariz era un 7, sino que invertido, y terminaba en fin su cuerpo numeralmente en dos 1. Dígase además que en su historia todos los sucesos se habían enfilado en orden alfabético, es decir, en el más completo desorden, hasta el punto de que había nacido mucho después de haber apedreado su primer gato y antes de empezar a ser soltero ya estaba en segundas nupcias.
(Esto es perfectamente lógico, porque dígame alguien en qué consiste el orden alfabético; por qué es más ordenado que esté la t posteriormente a la s y la z tan al final que a lo mejor sale en otro alfabeto.)
Su primer amor fracasó por la insoportable pedantería, como es propio del alfabeto.
Sus antecesores habían sido un pedazo de infinito y un pétalo de clavel, o un pétalo de tortuga (no está bien averiguado); fue educado esmeradamente en una azotea con gallinero que ponía huevos pero que caían a la vereda, lo que ocasionaba muchos incidentes de tintorería con los trajes que pasaban caminando por frente a la casa.
Con el severo ejemplo de las virtudes de su padre, quien jamás faltó a su palabra (hemos olvidado decir que era mudo; pero su hijo disimulaba ese defecto hablando continuamente por obra del impulso de equilibra¬ción alfabética) y de la mamá, que nació casi al mismo tiempo que él, conoció todos los méritos. Terminada la enseñanza del catálogo entero de éstos, dijo el padre sentenciosamente: "Bueno, hijo, ya sabes de qué debes siempre abstenerte"; lo que muy bien comprendido por su hijo le indujo a abstenerse de todas las virtudes.
Este imposible y absurdo Alphabeticus, el caso es que se enamoró perdidamente. Quiere decir entonces que hemos presentado al adorador de Teresina, y la "congruencia de los caracteres", imperativo de la novelística, nos hará perdonar el largo detalle que damos de su aspecto personal, su familia y estado social, y la severidad de la educación recibida.
Alphabeticus empeñó todas sus letras -o las giró- en una perdida pasión por Teresina. Se querían entrañablemente a pesar de que ni el padre de él ni la madre de ella se oponían despóticamente a sus amores: esto es lo que muestra la grandeza de caracteres de los personajes; jamás he visto que se empeñen en ser novios y en casarse un joven y una joven cuyos padres aguardan a no contrariarles su pasión hasta después de casados. Como esto no ha sucedido ni en las novelas ni en la vida, consta que el primer amor habido en el mundo fue el de Alphabeticus y Teresina . ¿Cómo es posible que si adoro a Triptolina y nadie me dice que es horrible, que no me quiere, que es falsa, que se opondrá a que me case con ella, yo la siga queriendo?
Teresina y Alphabeticus rompieron con todas las prácticas del deco¬ro, con todas las tradiciones (llegando ella a vivir de las ganancias de él) y se fueron a vivir en otra azotea, sin permiso de los dueños de casa. Fueron muy felices hasta cuando llovía, pero expulsados de allí se treparon en una gran higuera y continuaron su vida matrimonial apasio¬nada.


Otra vez proseguiremos la presentación de los restantes personajes de esta novela, limitándonos, como aquí, a lo fundamental.
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