lunes, 6 de agosto de 2012

El hombre cabal... - Rocío Cerón

El hombre cabal, hombre que a pesar de sí mismo contruye un pulso, una arquitectura de vida -manifestación estructural de cómo hacer alma aún al hilo de la fatalidad-, contempla los días desde un resquicio distinto al resto de los hombres. En sus hombros se posa el destino como el aire acariciando la nuca de un condenado a muerte. Este hombre siembra en tierra árida y de ella nacen alisos, brezos y sauces. La música de los misterios de lo púrpura, de los miembros sujetos al cuerpo -armazón de lodo y conjuro- resuena vocálicamente en su frente.
El hombre cabal se marchita bajo la sombra de un árbol de palabras. No se mueve de tierra porque la raíz de su pensamiento es una hoz que le corta el aliento. Y su sed de respiro sólo aquieta afanes mientras escucha de las hojas la última nota del voraz juego de la muerte. Mientras calla el mundo se le descubre.
Su mirada: relámpago del suicida.

En El ocre de la tierra, Ediciones Liliputienses, Torquemada, noviembre de 2011.

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