Cuando era estudiante en Oxford. solía pasar mucho de mi tiempo tratando de explicar a personas que estudiaban otras carreras, por qué estaba tan apasionado por la matemática. Me encontré con un grupo con una ecléctica mixtura de estudios: Persa y Árabe; Filosofía; Política y Economía; Teoría Literaria. Me hallé a mí mismo tratando de explicárles por qué pensaba que mi disciplina era tan excitante como la deconstrucción de Henry James.
La gente tiene la vaga idea de qué hace un ecologista estudiando el Amazonas, un fisiólogo que indaga sobre medicina en el espacio, o un biólogo marino que recorre el fondo del mar con su submarino. Pero sobre qué hace un matemático continúa siendo un misterio para ellos. [...]
Me di cuenta de que había hecho algunos progresos un día en la biblioteca, cuando Nicki, quien estudiaba Inglés, se me acercó y colocó un libro sobre los míos de matemática. "Esto suena como lo que usted dice, que las matemáticas están en todo", dijo ella. Me estaba señalando una cita de Jorge Luis Borges. En una de sus historias breves, Borges había inventado una Enciclopedia China, según la cual los animales eran clasificados de la siguiente manera:
(a) pertenecientes al Emperador;
(b) embalsamados;
(c) domesticados;
(d) lechones;
(e) sirenas;
(f) fabulosos;
(g) perros callejeros;
(h) incluidos en la presente clasificación;
(i) frenéticos;
(j) innumerables;
(k) los dibujados con un pincel con pelo de camello muy fino;
(l) etcétera;
(m) los que habían roto un cántaro de agua;
(n) los que desde lejos parecen moscas. (véase el ensayo de J. L. Borges)
La frase perfectamente encapsula la búsqueda secular de la simetría.
Cada nuevo paso en el diario de los matemáticos podría añadir más locas categorías simétricas de animales a la lista. Los griegos descubrieron los cinco sólidos platónicos, cuyas simetrias hacen objetos perfectos para los dados. Los artistas que decoraron la Alhambra embaldosaron las paredes del palacio con 17 tipos diferentes de simetría. Durante el siglo XX, el Atlas de Conway reunió una más salvaje y ecléctica selección de objetos simetricos, culminando con el Monstruo, cuya descripción suena tan extraña como la de Borges: "animales que desde lejos parecen moscas". Como seguí mi propio viaje, tratando de clasificar qué bestias simétricas podían ser construidas a partir de los animales del Atlas de Conway, encontré la cita cada vez más apropiada, tanto es así que decidí abrir mi tesis doctoral con ello.
También me enamoré de Borges. Él es un escritor matemático. Sus narraciones breves son como pruebas matemáticas, delicadamente construidas y con ideas entrelazadas sin esfuerzos. Cada paso se toma con precisión y hermetismo lógicos, sin embargo, los relatos están llenos de giros y torceduras inesperadas.
Parte de la Enciclopedia de Borges resulta particularmente relevante para el proyecto. He tomado el animal más simple en el Atlas de simetría, las rotaciones de la forma-del-lado-principal, y estoy tratando de clasificar las formas simétricas que pueden ser elaboradas desde este bloque básico de construcción. Estableciendo el rango de posibilidades, aunque es extremadamente complejo, y la mayoría de los matemáticos han relegado ese estos objetos simétricos a las categorías (i) frenéticos y (j) innumerables de la categorización de Borges. Mi antepasado matemático, Philip Hall -supervisor del supervisor del supervisor- declaró que "la multiplicidad y variedad asombrosa de estos grupos es una de las principales dificultades que aquejan el avance de la teoría de los grupos finitos". (1) (*)
(pueden habilitarse subtítulos para este video)
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La deconstrucción es la acérrima enemiga del la crítica literaria. Como movimiento anti-teórico nacido a mediados de 1960 en las universidades norteamericanas, buscó desligarse rotundamente de los prejuicios estéticos, para entregarle un punto de vista renovador al discurso. Si bien Jacques Derrida (principal promotor) asume que los sistemas de la lengua están atestados con osarios de armaduras psíquicas inútiles, que han sido transmutadas al mundo sígnico que representa la literatura para obtener un agujero de significados (dificultosa insuficiencia infértil), tardíamente asegura que cualquier escrúpulo estético debe repelerse y un tamiz crítico deberá ser abolido al momento de desentrañar una obra, lo que no conlleva el sopeso de los métodos empleados, sino más bien el esclarecimiento de la idea.
Si citamos un estudioso verdaderamente capacitado en los fundamentos de la Deconstrucción, Gómez Redondo, extraemos:
La ruptura de las "estructuras" del pensamiento
Todo gira en torno al concepto de "estructura" y a las falsedades que ha sostenido esta noción; si se habla de una "estructura", explica Derrida, es porque se supone la presencia de un "centro" que otorga sentido y orden a los elementos que forman parte del sistema, impidiendo que ninguno se desvíe o alcance un desarrollo autónomo. Este planteamineto se ha mantenido, sin cambios, en los sistemas sígnicos con los que el individuo ha construido la imagen de una cultura fundamentalemnte integradora. Los "centros" de las estructuras aseguran el orden, limitan el caos, afirman la realidad. Esos "centros" surgen del deseo del "yo" de sentirse también "centro" del mundo referencial en el que se encuentra y en el que lo único que pretende es "ser en cuanto presencia", expandir su circunstancialidad por medio de esas "estructuras" inventadas. Una "estructura" es el lenguaje, por ejemplo, base de lo que Derrida ha denominado "logocentrsimo·, apelando al hecho de la que civilización occidental reposa sobre el logos evangélicos, en donde la "palabra" se muestra henchida de esa "presencia" que, enseguida, adquiere carta de naturaleza metafísica. Y como indica Derrida, ese "logocentrismo", embebido en la teoría del signo lingüístico bosquejado por Saussure, es el principal obstáculo para la exposición del pensamiento directo y puro. (2)
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(1) En SYMMETRY - A Journey into the Patterns of Nature, de Marcus du Sautoy.
(2) Biblioteca de Recursos Electrónicos de Humanidades. E-exceLence. teoría de la Literatura
(*) Traducción del inglés: Gabrielle Angoisser.
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